miércoles, 2 de octubre de 2019

Insomnio

He vuelto a no dormir, a tener pesadillas contigo, a despertarme angustiada porque no sé que es real y que no. He vuelto a comer techo durante horas intentando relajarme con técnicas que puede que funcionen, pero a mi no.
He vuelto a escuchar canciones que hablan de no pensarte.

Después, entre cansancio y desubicación he vuelto a recordarme que quien no está no es por no poder, sino por no haber querido cuando podía. He hecho en recorrido por toda la gente que se ha ido y otro por la gente que se ha quedado. Sin duda me quedo con la segunda tanda, que no son muchas, pero son sinceras.

martes, 1 de octubre de 2019

Paredes moradas

Ayer estaba a 300 km y hoy estoy en el lugar que mas paz y guerra me da. Estas cuatro paredes moradas me han visto crecer todo lo que a veces se me olvida haber crecido. Los cambios de este espacio han acompañado todos mis cambios personales. Cambios que me aterra no recordar cuando estoy triste.

El duelo en la actualidad es tan complejo como herramientas tecnológicas existen, pero no nos damos cuenta. Nos armamos de valor y de rabia y fingimos controlar la situación.
Situación que no controlamos en absoluto porque se ve desmoronada con cualquier publicación que te recuerde la existencia del motivo de ese duelo. Desayunamos, comemos y cenamos interacciones en redes.

¿Cuándo ha sido la última vez que te han abrazado sin tiempo, hasta creer que te dormías en los brazos de esa persona?

Siendo yo la mayor consumidora de la interacción en redes, me planteo muchas cosas: ¿las redes nos acercan a gente lejana pero nos alejan de gente cercana? ¿nos dejan alejarnos realmente de quien queremos alejarnos o nos mantienen enganchadas constantemente a un recuerdo que está muerto?

No había empezado a escribir por este motivo, pero supongo que tengo un popurri de emociones que no hay dios que sepa gestionar.
Volviendo a lo aparentemente metafórico, decía que estas cuatro paredes moradas me han visto crecer. Por eso en ellas hay mensajes escritos y colgados que espero poder recoger con la finalidad de recordarme de donde vengo y a donde he querido ir siempre. También espero que me recuerden con quien ir y con quien no, aunque eso en la teoría me lo puedo recordar yo perfectamente.

Me han tratado genial en periodos cortos de tiempo. En el cortejo, en el "mira todo lo que tengo para darte". Y te lo dan, hasta que te tienen. Cuando me tratan mal (aunque sea sin querer) me convierto en lo que me hicieron otras veces sin quererme (y no siempre sin querer). Y me doy miedo a mi misma; pasivo-agresiva, distante, hermética emocional, predictora de un final que no soy capaz de mencionar pero que veo tan cercano como los dedos en mis manos.

Necesitaba mis cuatro paredes y una ducha con jaboncitos y cremas con olor a "todo va a ir bien y cada paso que das es un acierto porque lo estás dando tú".