sábado, 6 de abril de 2019

azul tanzanita

A veces busco respuestas a lo que me acontece en lo que leo. Y si son palabras amigas, mejor.

Leo desesperadamente para encontrarlas, y cuando lo hago me siento comprendida, en paz, salvada. Salvada porque veo que no soy la única que se siente o se ha sentido de esa forma. Luego pienso que los motivos que te llevan a ese tipo de sentimientos son diversos y reparo en las vivencias de quien escribe, aunque no la conozca o aunque ya no esté. Luego reparo en las mías. Después analizo el contexto y pienso "queda mucho por hacer". 

A veces no encuentro ni respuestas, ni paz, ni comprensión y solo me surgen dudas. Entonces si me armo de valor sigo leyendo, pero si no... "ya mañana". 

Ayer me regalé tu libro y según llegué a casa me lo empecé a leer. Pensé que no podría hacerlo, que antes de llegar a este punto, lo dejaría en la estantería y acumularía polvo por lo menos dos años más, como tus canciones en mi reproductor después de que te fueras. Hoy te siento cerquita, te leo, te escucho y hasta te canto. Seguirás siendo respuesta a muchas de mis preguntas. 

lunes, 1 de abril de 2019

Puzzle

Recuperando cositas que he ido escribiendo pero no he publicado:

(...) Algo que llevaba mucho tiempo dandome toquecitos por fin saltó y nada ni nadie pudo pararlo. Me invadieron un montón de respuestas a preguntas que antes me resultaban incomprensibles. De pronto todo empezó a tener sentido. Las piezas del puzzle estaban completamente al revés y claro, así no podía ver nada. Recompuse el puzzle y me recompuse a mi misma. Empecé a darme cuenta de que mis historias no eran "mias", sino "nuestras", a compartir vivencias con otras mujeres que tenían un recorrido similar o por lo menos sustentado en lo mismo. Empecé a darme cuenta de que ni éramos enemigas, ni lo hemos sido nunca, y que todo eso de "que malas sois las mujeres" era la mentira mejor sostenida que había escuchado nunca.

También me di cuenta de que aunque lo viese y le pusiese el nombre que tiene, seguía pasando. Fui dándole forma al miedo, al enfado, a la frustración, a la tristeza, la angustia y la rabia que me producía y me produce ver lo que nos rodea y no poder hacer más que lo que hago. También fui rodeandome de personas estupendas que lo hicieron y lo hacen fácil.

Ahora sigo vivenciando, presenciando y acompañando procesos de mierda, pero ahora les pongo nombre. Eso no hace que desaparezcan, pero si que se visibilicen el problema y que cada vez seamos más las que lo vemos claro. Darle nombre hace que sepamos contra lo que luchamos y también que sepamos que no lo hacemos solas.

En días como hoy, en los que sabemos que las jornaleras marroquíes no tienen voz por ser migrantes y que a Laura le han arrebatado la vida como a otras muchas mujeres a lo largo de la historia, ser feminista es absolutamente desgarrador y a la vez, la única herramienta con la que podemos sentirnos fuertes aunque realmente nunca nos sintamos seguras.

Que importante es que te crean y te apoyen cuando denuncias a quien te ha maltratado en nombre del amor. Que importante es tener amigas cerca con las que darse cuenta y en las que apoyarse. Que importante es la humildad que permite a quien no se posicionó  reconocer los errores y aprender de ellos. Que importante es querer y dejarse querer bien. .

Abajo el patriarcado que va a caer🔥