domingo, 24 de noviembre de 2019

Espejos

Hay cosas que se graban a fuego. Momentos que se guardan en la retina, en el corazón y en la mente. Miradas que te dan la vuelta al puto alma y sentimientos que pensabas que no ibas a volver a experimentar en la vida y que cuando menos te lo esperas, están ahí para ti. Te llegan sin querer. Te enredan como las hojas verdes que trepan por las fachadas de las casas de los pueblos. Te dan alegría, si, y a la vez un miedo que te cagas, porque esa enredadera es preciosa, pero hay que regarla.

Tostadas sin tostar

Me levanto a media noche llorando y empapada en sudor por el subconsciente que me evoca momentos que espero no vivir jamás.
El miedo a un duelo que no sabría como gestionar sólo me lleva a pensar que hay que aprovechar el momento porque nada es eterno (aunque ojalá sí lo fuera).

La tranquilidad del despertar y ver que nada ha ocurrido de verdad y desayunar tostadas sin tostar mientras hablamos del día de ayer.

La paz que da compartir con quién quieres y querer a las personas con las que compartes. La estabilidad y seguridad que da sentirse querida y cuidada.
Y por otro lado, el miedo a lo que no quieres que venga nunca. "Hay que ver lo hipocondriaca que eres para algunas cosas, hija."

lunes, 18 de noviembre de 2019

"Se vale"

Del 2 de abril de 2018

"Se vale" estar triste y "se vale'' reivindicarlo. Desde la tristeza nacen decisiones, o simplemente ratos para ti que cuando estás feliz no te permites.

Me entristece la competitividad casi en cualquier aspecto de la vida, pero cuando se trata de nosotras entre nosotras, ni te cuento. Es difícil verse como aliadas cuando llevamos siglos de misoginia siendo enemigas.

Las demás están tan jodidas como tú, aunque no lo parezca. Así que no uses sus inseguridades como escalera que te lleve a tu seguridad porque te aseguro que esa escalera es inestable, y además, una mierda.

Nadie brilla apagando a otras.

Cuando hablo de alianza no hablo de amistad, hablo de respeto, de empatia y de humildad entre nosotras. Porque sufrimos lo mismo, cada una de distinta forma y en distintas carnes, pero de verdad que mejor que nosotras entre nosotras no nos entiende nadie.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

sanar no es lineal

Sanar no es lineal pero ¿se termina de sanar en algún momento?
El móvil que se apaga en la noche para no despertarte con la alarma por la mañana es una señal de que debes dormir más.

Mola pensar que "nada es casualidad", aunque sepas que sí. Nos dejamos llevar por el imaginario creado por una sociedad nada imaginaria. Y la verdad es que no nos dejamos llevar en absoluto, sólo respondemos a los patrones dados.

No sé que estoy escribiendo. Me acosté ayer a la 1 de la mañana y me he despertado hoy a las 11.30 porque el móvil ha decidido apagarse y no avisarme. Me he dormido la siesta y ahora son las 23 y llevo metida en la cama media hora.
O el síndrome premenstrual de este mes me está dando fuerte, o mi profesión frustrada es la de bella durmiente, pero sin castillo, ni rueca, ni príncipe.

domingo, 3 de noviembre de 2019

Política

Cuando miras ya no puedes dejar de ver. Ver implica darte cuenta de que hay cosas cotidianas y normalizadas que no encajan con nuestra ideologia y revolución de los cuidados.

Y es que todo es política. Desde que te levantas por la mañana hasta lo que sueñas por la noche. Pura política. Lo que compartes en redes, lo que hablas con tus amigas y lo que eliges no hablar. Todo es política. Son política también las relaciones personales que tenemos y el como afrontamos los duelos propios o los ajenos. Es política la inteligencia emocional y la empatía que nos hace clic para renunciar a ciertos privilegios. Como el privilegio de no querer mirar para no ver en absoluto.

Entender el día a día como algo revolucionable es ver los cambios a largo plazo a partir de acciones cotidianas.

La fiebre me hace desvariar sobre lo mucho que me gustaría que viesemos nuestra implicación activa como herramienta de lucha. 

miércoles, 2 de octubre de 2019

Insomnio

He vuelto a no dormir, a tener pesadillas contigo, a despertarme angustiada porque no sé que es real y que no. He vuelto a comer techo durante horas intentando relajarme con técnicas que puede que funcionen, pero a mi no.
He vuelto a escuchar canciones que hablan de no pensarte.

Después, entre cansancio y desubicación he vuelto a recordarme que quien no está no es por no poder, sino por no haber querido cuando podía. He hecho en recorrido por toda la gente que se ha ido y otro por la gente que se ha quedado. Sin duda me quedo con la segunda tanda, que no son muchas, pero son sinceras.

martes, 1 de octubre de 2019

Paredes moradas

Ayer estaba a 300 km y hoy estoy en el lugar que mas paz y guerra me da. Estas cuatro paredes moradas me han visto crecer todo lo que a veces se me olvida haber crecido. Los cambios de este espacio han acompañado todos mis cambios personales. Cambios que me aterra no recordar cuando estoy triste.

El duelo en la actualidad es tan complejo como herramientas tecnológicas existen, pero no nos damos cuenta. Nos armamos de valor y de rabia y fingimos controlar la situación.
Situación que no controlamos en absoluto porque se ve desmoronada con cualquier publicación que te recuerde la existencia del motivo de ese duelo. Desayunamos, comemos y cenamos interacciones en redes.

¿Cuándo ha sido la última vez que te han abrazado sin tiempo, hasta creer que te dormías en los brazos de esa persona?

Siendo yo la mayor consumidora de la interacción en redes, me planteo muchas cosas: ¿las redes nos acercan a gente lejana pero nos alejan de gente cercana? ¿nos dejan alejarnos realmente de quien queremos alejarnos o nos mantienen enganchadas constantemente a un recuerdo que está muerto?

No había empezado a escribir por este motivo, pero supongo que tengo un popurri de emociones que no hay dios que sepa gestionar.
Volviendo a lo aparentemente metafórico, decía que estas cuatro paredes moradas me han visto crecer. Por eso en ellas hay mensajes escritos y colgados que espero poder recoger con la finalidad de recordarme de donde vengo y a donde he querido ir siempre. También espero que me recuerden con quien ir y con quien no, aunque eso en la teoría me lo puedo recordar yo perfectamente.

Me han tratado genial en periodos cortos de tiempo. En el cortejo, en el "mira todo lo que tengo para darte". Y te lo dan, hasta que te tienen. Cuando me tratan mal (aunque sea sin querer) me convierto en lo que me hicieron otras veces sin quererme (y no siempre sin querer). Y me doy miedo a mi misma; pasivo-agresiva, distante, hermética emocional, predictora de un final que no soy capaz de mencionar pero que veo tan cercano como los dedos en mis manos.

Necesitaba mis cuatro paredes y una ducha con jaboncitos y cremas con olor a "todo va a ir bien y cada paso que das es un acierto porque lo estás dando tú".

miércoles, 18 de septiembre de 2019

Barquita

Hay días y semanas que son montañas rusas. Ahora estoy atascada en la subida.

Sentada en la ventana fumandome uno antes de irme a dormir, dando tiempo y espacio a mis sentires, ya que llevo días sin hacerlo y el muro cada vez es más visible. Esperando que las preocupaciones se disipen como el humo denso que sale por mi boca. Aunque hay humo que sale por la ventana y humo que entra al cuarto.

Mi amigo D. me dice que esperar es el problema, sin ser nosotros el problema en absoluto.
Me voy sintiendo más relajada. Mis párpados también. Relativizando todo lo que me ha hecho sentirme así, dejo que el porrito se apague solo, cierro la ventana y me meto en la cama para terminar de escribir, que siempre me calma de forma sana.

Ojalá esta montaña rusa se termine conviertiendo en uno de esos paseos tranquilitos en barquita.

miércoles, 7 de agosto de 2019

Voy y vengo

Voy y vengo.
En el avión de ida lo quería todo y en el de vuelta no quería nada más que romper silencios.
Voy y vengo.
No paro quieta. Los dónde son otra historia.
Voy y vengo y cuando me quiero quedar algo me echa. Algo me hace cerrar la maleta y salir corriendo. Esa maleta que siempre está hecha. Como cuando te quedas pocos días en un destino y prefieres no meter las cosas en el armario. Porque todo el mundo sabe que el armario es para quedarse.
Voy y vengo. En el camino leo artículos que me hacen mirar atrás y afirmar que no quiero un futuro como mi pasado.
Voy y vengo y me doy cuenta que lo que he vivido me ha hecho elegir estar donde estoy. Espero no olvidar nunca mi origen, ni el futuro que ansío. Espero no perder de vista nunca las ganas que tengo de quedarme donde la bienvenida sea calurosa y afectiva. Espero no perderme.

domingo, 21 de julio de 2019

Balance

Sin ser diciembre me dispongo al balance.

Extraigo conclusiones que ya había extraído antes, pero esta vez inundadas de mucha más práctica. Reniego del refuerzo intermitente y pido a gritos cuidarnos como forma de vida.
Me niego a visibilizar la tristeza como herramienta para demandar atención y afecto que de normal no se recibe y me aferro a la idea de visibilizarla para compartir sentires con quien los comparte contigo y te acompaña siempre (y no a ratos).

Repudio el consumo de cuerpos (aunque yo también haya caído en ello) y pido a gritos respeto y sinceridad individual y colectiva.
Odio las miradas cargadas de juicios (aunque las mías también hayan juzgado) y le pido a la lucha humildad y asertividad.

Inundan mi cuerpo y mi cora las ansias de querernos libres, pero sobre todo de querernos. Porque la libertad sin amor, para mi no es libertad en absoluto (y viceversa).

lunes, 15 de julio de 2019

paz

Llego a casa a las tres y media llena de paz y con media sonrisa. Me da miedo el verano y ansío septiembre. Aunque mientras, la brisa de cuando se va el sol en cualquier banco de Móstoles, es una auténtica gozada.
No quiero repetir lo que ya conozco. No quiero dejarme llevar por lo que no quiero o por quien no me quiere y me hace creer que sí.
Mientras seguiré buscando las monedas q se me hayan podido caer dentro del coche en el parking del liana.

jueves, 13 de junio de 2019

Saltar con miedo

Nunca he sido yo de acomodarme en la tristeza. Vale que me coma, que me hunda y que me arrastre, como a todo el mundo. Pero hasta ahí. Supongo que la vida da muchas vueltas y la tristeza se te presenta de mil formas diferentes. Cada vez que te enfrentas a ella lo haces de una manera distinta, nunca igual, pero con los aprendizajes de las veces anteriores. Cada vez es diferente, pero de todas se sale.

Me dijo Carmen un día que lo bueno que tenía yo era que aunque me diese un miedo atroz saltar, saltaba. Y es verdad.
El año pasado cuando me fui a Toledo con mis peques de primaria y nos tiramos de la tirolina, hubo un momento que estuve a punto de quitarme el casco y darme la vuelta, pero al final dije "te lo vas a gozar" y así fue.

Al final la vida es eso, saltos que determinan la posición en la que nos encontramos y yo no me arrepiento ni de la mía, ni de ninguno de los saltos que he dado a lo largo de mi vida.

Saltar con miedo es mejor que no saltar.

martes, 11 de junio de 2019

5am

Yo que con miedo y pausado entraba a hurtadillas por la puerta de casa con un pedo que no atinaba ni a meter la llave en la cerradura, me veo jugando a poner y quitar el pie del suelo al tumbarme en la cama.  Para finalmente decidir no hacer ancla y dormir a pierna suelta. Así, sin tener que levantarme a vomitar ni nada.

Llámame loca pero es que dormir del tirón sin sentir malestar alguno es mejor que cualquier cosa. Bueno, que cualquier cosa no.

jueves, 30 de mayo de 2019

Lago

La última vez que fui al lago estaba rota. De resaca y con desgana. Casi necesitando escapar a tomar el aire revitalizante que me proporciona mi barrio. Quizá buscando curarme o encontrar respuestas a mi tristeza.
Pero el lago estaba vacío y en obras. El calor del sol se palpaba en el fondo que nunca veo con el agua. No había brisa y el aire seco me ahogaba. A los 20 minutos nos fuimos.

Ayer volví. Esta vez sin resaca y con ganas, no de curarme, sino de seguir creandome.
Ahora el lago estaba precioso después de las obras. Ya no había césped alrededor, sino un paseo super acogedor con bancos que invitaban a sentarse. Y así hicimos.
Tres niños corrían mientras una niña les perseguía queriendo enseñarles algo.
Se hizo de noche. Otra vez.
El lago que recordaba bonito lo estaba mucho más ayer.

domingo, 19 de mayo de 2019

Si das mucho es xq eres mucho

Esto no es mío pero me ha definido infinito así que aquí lo copio:

Somos lo que damos.
Al mundo, a quien nos importa, a quien empezamos de querer,
a quien ya no queremos.
Somos lo que damos a quien llega a nuestra vida. A quien continúa en ella.
Lo que damos a quien sentimos que se aleja. Somos lo que ya no queremos dar... Porque lo que das termina
descubriendo quien eres.
Somos ese tono de voz que transmitimos en las noticias tristes,
o en las conversaciones incómodas.
Somos ese guiño de ojos,
y ese seguido abrazo que calma.
Que transmite,
que llena de energía,
o que hace llorar.
Somos cuando elegimos ESTAR.
Somos ese mensaje no respondido,
ese silencio... Somos cuando no decimos, y somos cuando no podemos parar de decir, de hablar, de confesar, de exigir, de perder el norte. Cuando nos descubrimos... Somos las llamadas que hacemos
y somos también las que nunca respondemos.
Somos las risas, somos el grito, somos cuando no estamos y nos echan en falta.
Somos cuando fallamos,
y terminamos siendo indiferencia.
Somos cuando repartimos amor
y cuando lo hacemos... Somos todas esas conversaciones esquivadas, y somos esas que dejamos pendientes.
Somos extraños y somos también,
si queremos,
cercanos.
Somos parte de la herida,
otras veces parte de la curación.
Y de pronto somos los besos, las oportunidades y de nuevo, el amor.
El que recibimos, que nos transforma.
Y el que damos, que nos descubre... Somos caricia, manta y escucha, y terminamos siendo apoyo y conexión.

Inevitablemente lo que haces es lo que te define y lo que finalmente eres, termina colocándote en un lugar o en otro.
En el lugar de estar y contar más uno.
O en el lugar de restar y desaparecer.
Somos lo que damos
porque lo que damos
siempre construirá
o destruirá.

sábado, 6 de abril de 2019

azul tanzanita

A veces busco respuestas a lo que me acontece en lo que leo. Y si son palabras amigas, mejor.

Leo desesperadamente para encontrarlas, y cuando lo hago me siento comprendida, en paz, salvada. Salvada porque veo que no soy la única que se siente o se ha sentido de esa forma. Luego pienso que los motivos que te llevan a ese tipo de sentimientos son diversos y reparo en las vivencias de quien escribe, aunque no la conozca o aunque ya no esté. Luego reparo en las mías. Después analizo el contexto y pienso "queda mucho por hacer". 

A veces no encuentro ni respuestas, ni paz, ni comprensión y solo me surgen dudas. Entonces si me armo de valor sigo leyendo, pero si no... "ya mañana". 

Ayer me regalé tu libro y según llegué a casa me lo empecé a leer. Pensé que no podría hacerlo, que antes de llegar a este punto, lo dejaría en la estantería y acumularía polvo por lo menos dos años más, como tus canciones en mi reproductor después de que te fueras. Hoy te siento cerquita, te leo, te escucho y hasta te canto. Seguirás siendo respuesta a muchas de mis preguntas. 

lunes, 1 de abril de 2019

Puzzle

Recuperando cositas que he ido escribiendo pero no he publicado:

(...) Algo que llevaba mucho tiempo dandome toquecitos por fin saltó y nada ni nadie pudo pararlo. Me invadieron un montón de respuestas a preguntas que antes me resultaban incomprensibles. De pronto todo empezó a tener sentido. Las piezas del puzzle estaban completamente al revés y claro, así no podía ver nada. Recompuse el puzzle y me recompuse a mi misma. Empecé a darme cuenta de que mis historias no eran "mias", sino "nuestras", a compartir vivencias con otras mujeres que tenían un recorrido similar o por lo menos sustentado en lo mismo. Empecé a darme cuenta de que ni éramos enemigas, ni lo hemos sido nunca, y que todo eso de "que malas sois las mujeres" era la mentira mejor sostenida que había escuchado nunca.

También me di cuenta de que aunque lo viese y le pusiese el nombre que tiene, seguía pasando. Fui dándole forma al miedo, al enfado, a la frustración, a la tristeza, la angustia y la rabia que me producía y me produce ver lo que nos rodea y no poder hacer más que lo que hago. También fui rodeandome de personas estupendas que lo hicieron y lo hacen fácil.

Ahora sigo vivenciando, presenciando y acompañando procesos de mierda, pero ahora les pongo nombre. Eso no hace que desaparezcan, pero si que se visibilicen el problema y que cada vez seamos más las que lo vemos claro. Darle nombre hace que sepamos contra lo que luchamos y también que sepamos que no lo hacemos solas.

En días como hoy, en los que sabemos que las jornaleras marroquíes no tienen voz por ser migrantes y que a Laura le han arrebatado la vida como a otras muchas mujeres a lo largo de la historia, ser feminista es absolutamente desgarrador y a la vez, la única herramienta con la que podemos sentirnos fuertes aunque realmente nunca nos sintamos seguras.

Que importante es que te crean y te apoyen cuando denuncias a quien te ha maltratado en nombre del amor. Que importante es tener amigas cerca con las que darse cuenta y en las que apoyarse. Que importante es la humildad que permite a quien no se posicionó  reconocer los errores y aprender de ellos. Que importante es querer y dejarse querer bien. .

Abajo el patriarcado que va a caer🔥

viernes, 1 de marzo de 2019

Qué necesitas?

12 de junio de 2017. Lo rescato hoy.

La búsqueda de cuidados mediante una exteriorización de tristeza que no sabes si te apetece compartir porque no te has parado ni a preguntartelo.
¿Qué necesitas? Que te arropen, que te mimen, que te digan cosas bonitas o simplemente que te abracen.
¿Cómo se consigue? Contando algo que te legitima a necesitar eso que quieres, aunque el motivo por el que lo quieras no sea esa tristeza.
Puede que únicamente quieras atención, escucha, un abrazo y un par de palabras bonitas... Puede que únicamente quieras que te cuiden sin que haya más motivo para ello que las ganas que se tienen de hacerlo.

Exageradas, sensibles, demasiado emocionales. Quizá deberíais preguntaros por qué cuánto más nula es vuestra implicación emocional más se incrementa nuestra tristeza compartida en busca de una atención inexistente.

miércoles, 27 de febrero de 2019

Lejos

Me alejo de mi, no me reconozco.

Me quiero de día y me odio de noche. Así que alargo los días para no pisar la cama consciente. Me evado y busco refugio en el fuego, que no calma, aisla. Y me quema, pero mientras lo hace se siente bien. Como el agua de la ducha cuando subes la temperatura xq ya te has acostumbrado a la previa. Como el sol con brisa, sabes que te va a dejar  marca, va a picar y te vas a despellejar. Pero te da igual porque estás a gusto. Eres consciente de que levantarte a por la crema es la mejor opción pero hacerlo es romper con la paz que te rodea.

Supongo que la madurez es eso, saber preveer el despellejeo de después y romper la paz momentáneamente para proteger lo que quieres.