jueves, 13 de junio de 2019

Saltar con miedo

Nunca he sido yo de acomodarme en la tristeza. Vale que me coma, que me hunda y que me arrastre, como a todo el mundo. Pero hasta ahí. Supongo que la vida da muchas vueltas y la tristeza se te presenta de mil formas diferentes. Cada vez que te enfrentas a ella lo haces de una manera distinta, nunca igual, pero con los aprendizajes de las veces anteriores. Cada vez es diferente, pero de todas se sale.

Me dijo Carmen un día que lo bueno que tenía yo era que aunque me diese un miedo atroz saltar, saltaba. Y es verdad.
El año pasado cuando me fui a Toledo con mis peques de primaria y nos tiramos de la tirolina, hubo un momento que estuve a punto de quitarme el casco y darme la vuelta, pero al final dije "te lo vas a gozar" y así fue.

Al final la vida es eso, saltos que determinan la posición en la que nos encontramos y yo no me arrepiento ni de la mía, ni de ninguno de los saltos que he dado a lo largo de mi vida.

Saltar con miedo es mejor que no saltar.

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