lunes, 3 de octubre de 2016

Pasos

Recuerdo caminar contigo como algo muy bonito, también recuerdo que de vez en cuando me ahogaba porque respiraba el polvo que levantabas al arrastrar los pies. Hablamos de ello y me dijiste que te resultaba más cómodo andar arrastrándolos que levantarlos a cada paso. No dije nada y entendí que tu forma de andar "era así". Seguí caminando a tu lado, aguantando todas y cada una de las toses que me provocaba ese polvo, y asumiendo que ralentizar el paso por caminar contigo era lo que tenía que hacer.

Hasta que un día la tos me provocó dolor en el pecho y eso me dobló. Me miraste desde arriba mientras me retorcía en el suelo y me dijiste entre risas "venga anda, no seas exagerada que no será para tanto". Te pedí que parases de levantar polvo para poder continuar caminando contigo y lo hiciste, pero a mitad de camino decidiste que hacerlo suponía mucho esfuerzo para ti y que preferías que yo soportase los dolores físicos que me provocaba.

Esta vez me planté, te dejé atrás pidiéndome desde la distancia que volviese y prometiendo a gritos que ibas a dejar de arrastrar los pies cuando caminase contigo. Decidí no ralentizar más mi viaje y seguí andando, descubriendo sola ese camino tan bonito que el polvo que levantabas al arrastrar tus pies por comodidad no me permitía ni ver ni disfrutar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario