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No hay guerras justas, ninguna lo es, porque la guerra es la negación absoluta de cualquier racionalidad y de cualquier criterio de justicia. El acto de matar a un ser humano, consustancial a toda guerra, no puede ser una expresión de justicia, aunque ese ser humano haya cometido crímenes abominables.
La guerra es, además, la expresión de un fracaso, la manifestación de la incapacidad humana para solucionar los conflictos por medios pacíficos, evitando así el dolor y el sufrimiento de miles o de millones de personas.
Lo único que puede ser justo en una guerra es la causa que la motiva: impedir que se cometan crímenes contra la Humanidad, evitar la masacre y el genocidio de un pueblo, impedir que se instaure un régimen dictatorial o defender a un país de una agresión externa. Las causas que conducen a la guerra pueden ser justas, pero una vez que el conflicto bélico se desencadena, solo habrá horror, destrucción y miseria, algo que nada tiene que ver con el sentido de la justicia.
No hay guerras justas, ninguna lo es, porque la guerra es la negación absoluta de cualquier racionalidad y de cualquier criterio de justicia. El acto de matar a un ser humano, consustancial a toda guerra, no puede ser una expresión de justicia, aunque ese ser humano haya cometido crímenes abominables.
La guerra es, además, la expresión de un fracaso, la manifestación de la incapacidad humana para solucionar los conflictos por medios pacíficos, evitando así el dolor y el sufrimiento de miles o de millones de personas.
Lo único que puede ser justo en una guerra es la causa que la motiva: impedir que se cometan crímenes contra la Humanidad, evitar la masacre y el genocidio de un pueblo, impedir que se instaure un régimen dictatorial o defender a un país de una agresión externa. Las causas que conducen a la guerra pueden ser justas, pero una vez que el conflicto bélico se desencadena, solo habrá horror, destrucción y miseria, algo que nada tiene que ver con el sentido de la justicia.
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