Como cuando te sientas en el autobús y un señor a tu lado se abre de piernas e inconscientemente te contraes y te apartas, por imposición, por norma. Y te sientes pequeñita al lado de ese hombre que lo mismo mide menos que tu, pero da igual, porque su actitud corporal te come, te invade, de hace minúscula. Y de pronto, cuando está a punto de llegar tu parada te das cuenta de lo que está pasando y te quedas en tu sitio, silenciosa; o decides incomodar al que te ha estado incomodando todo el viaje, romperle esquemas, con finalidad o sin ella. Al final da igual lo que hagas o como reacciones, lo importante es el aprendizaje que te llevas al pensarlo, pero sobre todo al sentirlo.
¿Qué hago escribiendo metáforas machistas sobre machismo?
En fin, que yo venía aquí a exponer esta idea que ha recogido una amiga en una cita sobre lo que me pasó el otro día y no fui capaz de ver en el momento, pero luego si.
"Pueden prometerse acciones, pero no sentimientos, porque éstos son involuntarios. Quien promete a otro amarlo siempre u odiarlo siempre o serle siempre fiel, promete algo que no está en su mano poder cumplir; lo que puede prometer son actos o manifestaciones, que si bien ordinariamente son consecuencia del amor, del odio, de la fidelidad, pueden también provenir de otras causas, puesto que caminos y motivos diversos conducen a una misma acción."
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