martes, 11 de agosto de 2015

Dove

Nos abrazamos tumbadas en aquella cama que no era ni tuya, ni mía, nos abrazamos tan fuerte que creímos que el tiempo se pararía cuanto mas apretásemos, y ojalá . Y nos acariciamos, mirándonos entre pecas, algo de sangre y algún que otro enganche de piercings mientras los besos se intensificaban. 
Complicidad y comodidad absoluta entre el desconocimiento de dos personas que se conocen desde hace menos de un mes. 

Dicen que las mejores fotos son las que se guardan en la retina, ojalá teletransportarme a una de ellas; tu oreja y tus pendientes, tu pelo y tu hombro desnudo, con un fondo de árboles y agua. 


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