viernes, 5 de febrero de 2016

Pesadillas

Algo que no hemos hecho está a punto de salpicarnos. Corremos, corremos muy rápido, escapando de lo que está a punto de venir. Al principio de la mano, pero luego nos soltamos.
Nos persiguen como si no hubiera mañana. Jadeantes doblamos la esquina. Giro la cabeza y las veo, nos pisan los talones y mis piernas empiezan a flaquear "tenía que haber hecho ejercicio para fortalecer la resistencia" -pienso- pero es demasiado tarde. Mi velocidad disminuye y tu te alejas mientras yo estiro la mano para poder tocarte mientras grito tu nombre. Estás lejos y ellos cerca, muy cerca. Me agarran y me retienen por la espalda. Te das la vuelta e intento zafarme, pero no vuelves. Sigues corriendo y desapareces mientras abro los ojos con el corazón a mil.



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El no es el, pero está humillándola a ella, ella que si es ella. Y yo, que no sé que pinto en esa situación me entrometo, evidentemente y la defiendo, la protejo y la abrazo. Y cuando está mas tranquila voy a vengarme, pero la dejo sola. La dejo sola y entonces un tipo la monta en su coche y abusa de ella sexualmente. Por mi culpa, por irme a vengar a quien no puede recibir ni la mitad de lo que ha hecho sufrir. Al volver ella llora y grita mientras se abrocha la camisa que le han desgarrado, desesperada. Y yo persigo corriendo el coche de ese hijo sano del patriarcado que ha hecho lo que acaba de hacer, pero intenta atropellarme. Y otra vez, me despierto, sobresaltada casi llorando y con el corazón a punto de salirse por la boca.

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