No podemos vivir en un mundo en el que nos gustaría vivir, porque ese mundo no existe, existirá cuando luchemos por el, no antes. No podemos construir un mundo ajeno dentro del mismo mundo, porque de golpe y porrazo, la realidad llega y te sacude, y te deja así, sin nada, desnuda ante la sociedad, ante el mundo, ante la realidad de la que huiste, ante nuestros miedos.
Una vez más, la destrucción de una de nuestras muchas utopías nos muestra que, el paralelismo dentro de la putrefacción no sirve de nada, porque el olor tiende a ascender. Si construimos un "paraíso" encima de un estercolero, ese mundo terminará apestando a mierda, a mierda social.
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