Ella coge libretas antiguas y se pone a leer lo que escribía hace años: amores efímeros, muñecas robadas por alguna de sus amigas y amigas encontradas jugando a piedra, papel o tijera. Pero, de pronto, él entra en el cuarto sorprendiéndola y juegan como niños. Él le muerde el corazón como si de una piruleta se tratase y ella le susurra palabras al oído como de pequeña al jugar al “teléfono roto”. Les resulta divertido aunque no se lo digan. Y volverían a hacerlo una y otra vez, con tal de verse sonreír.
- ¿Y tú que soñabas ser de mayor? – Le preguntó él a ella.
- Yo de mayor… quería ser pequeña y al parecer lo estoy consiguiendo. – Contestó.
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